
21 Jul En Ávila | Día 5
Llegó el gran día, la emoción no nos dejó dormir, madrugamos más que los días anteriores y emprendimos rumbo hacia la ciudad amurallada de Ávila. Anduvimos 26 kilómetros entre montañas y piedras, recordamos la escena de la película Teresa de Jesús cuando la Santa bajaba en carreta por un camino de piedras.
Risas, cantos y cuentos formaron parte de nuestro itinerario. Por el camino nos encontrábamos con peregrinos que nos deseaban buen camino y nos iban diciendo cuantos kilómetros nos faltaban. Esta vez nadie se cansó, ni se cayó, íbamos con paso firme a encontrarnos con Jesús a través de la vida de Teresa de Jesús, una mujer revolucionaria y decidida que tuvo que soportar muchos ataques para lograr cada paso que daba.
En el camino no habían lugares en los que Santa Teresa haya parado y realizado proeza alguna, sin embargo, la gente está impregnada de su legado porque saben que por ese camino ella iba a Toledo, allí se quedaba en casa de una viuda llamada Luisa de la Cerda y la morada recibe el nombre de La Casa De Mesa. En Toledo la Santa de Ávila inicia su carrera literaria, escribiendo el «Libro de la Vida» y las primeras páginas de «Camino de perfección». En uno de sus viajes acompañada por dos religiosas llamadas Isabel de San Pablo e Isabel de Santo Domingo, Teresa decide fundar en Toledo.
Pero, no todo fue color de rosa, y tras mandato del superior de la Orden desde Roma Teresa tiene que estar recluida en uno de sus conventos y no puede seguir fundando. Ella acató la orden y se quedó recluida en su convento de Toledo y acabó el «Camino de perfección», hizo algunos apuntes al «Libro de las fundaciones» y escribió «Las moradas» o «Castillo interior». En uno de sus viajes a Toledo Teresa conoce a San Juan de la Cruz con quien hace La Reforma del Carmelo, ya que, la Santa entendía que si habia monjas del Carmelo tenían que existir frailes del Carmelo y juntos llevan a cabo todo el movimiento que cambia las costumbres y todo lo que hasta entonces se hacía y vuelven a los orígenes de la orden, a la sencillez y la pobreza.
Visitamos el Monasterio de la Encarnación, hogar de Teresa por 30 años. Llegó al Monasterio con apenas 20 años, y salió de allí a realizar la Reforma. Solo pudimos visitar tres salas y los locutorios porque el resto del monasterio está activo, es decir, que viven allí monjas y como son de clausura, no está permitido visitar el área.
La primera sala que visitamos era la portería del convento de clausura en época de la Santa, y allí se conservan algunos baúles en los que las novicias traían sus ajuares de casa, cuando ingresaban al convento. Entre los baúles hay uno muy particular, porque sólo lo podían abrir las Clavarias, que eran las tres hermanas que poseían las llaves que abrían el baúl donde se guardaban los documentos importantes.
Entre las cosas de Santa Teresa, se encontraba un cuadro de La Samaritana que aún se conserva en muy buen estado y los dos Jesús crucificados y llagados, uno en su habitacion y otro que llevaba consigo cuando salía de viaje. En la planta superior del monasterio vimos la que fuera la habitación de Santa Teresa, y algunos escritos de ella, bulas papales originales, ornamentos y vestidos para los sacerdotes y también una habitación de una novicia de la época antes de la reforma.
Allí fuimos a la Capilla de la Transverberacion, dentro de La Encarnación, y celebramos la eucaristía en una atmósfera de recogimiento y oración. En ese lugar en el año 1562, Teresa tuvo la visión del ángel que le atravesaba el corazón con una flecha, así lo describió ella en el Libro de la Vida (Capítulo 29, 13). El obispo nos explicó las condiciones que se necesitan para ganar la indulgencia, entre ellas están haber realizado la peregrinación y confesarse, por lo tanto, aprovechamos el tiempo para confesarnos antes de la eucaristía.
En la homilía D. Juan Carlos, nuestro obispo lanzaba la pregunta, ¿El Señor puede hacerse con tu corazón, aquí y ahora?, finalmente pidió para todos la gracia de decir que Sí, para que veamos en nuestra vida maravillas como hemos visto que ocurrió en la vida de Santa Teresa.