
23 Jul Último día en Ávila | Día 7
Esto se va acabando, es nuestro último día en Ávila. Por ser domingo celebraríamos la eucaristía en un lugar muy especial, la capilla del Convento San José, el primer convento fundado por Santa Teresa. Un lugar pequeño y sencillo que evoca la espiritualidad de Teresa y de sus monjas. Aún se conserva la estructura original, incluida la reja que daba al cuarto interior desde donde las hermanas escuchaban la eucaristía, comulgaban y según dice la tradición, a esta reja se sujetaba Santa Teresa para no elevarse cuando comulgaba por el gran extasis que le producía comer el cuerpo de Cristo. Al final de la eucaristía agradecimos a Dios por esta peregrinación, por sus organizadores pero sobre todo por los jóvenes. Les exhortamos a decir que Sí a Dios, tal como hizo Santa Teresa, y que busquen una comunidad donde puedan vivir su fe, porque sin comunidad no hay compromiso ni verdadera experiencia cristiana.
Después visitamos la Catedral de Ávila y su museo catedralicio de arte que está en la Capilla del Cardenal Quiiroga y salas contiguas. Allí conservan la imagen de la Virgen de La Caridad a la que Santa Teresa le pidió que fuera su madre cuando se quedó huérfana con 14 años. Como dato histórico cabe resaltar que allí se encuentra la tumba del expresidente Adolfo Suárez y su esposa. En la tarde nos dedicamos a recorrer la muralla, más de 2 kilómetros de pasillo y unas vistas espectaculares de Ávila. En algunas columnas se ven unos orificios desde donde se lanzaba aceite y agua caliente a los enemigos en tiempos de guerra. La muralla es un verdadero tesoro cultural.
Llegó el momento de abordar el tren y tantos momentos felices de los que nos llevamos los recuerdos, el más importante el mensaje de Santa Teresa, ese amor pleno a Dios, tanto que sólo ansiaba encontrarse con él y que los hombres le amaramos a través de su sencillez y determinación. A las 23h arrivamos a Vitoria donde nos esperaban nuestros familiares. Ha sido una grata experiencia y se han tejido lazos entre los peregrinos que de seguro se seguirán fortaleciendo. Recogemos el sentir de nuestro peregrino Diego cuando nos dijo: «lo que más me ha gustado ha sido la gente. Me hace muy feliz ver gente que cree que tiene fe y ver que es gente joven de mi edad me da mucha alegría, no me siento solo».
Esta peregrinación no hubiera sido posible sin D. Alfredo Arnaiz quien propuso la ruta. Agradecemos al sacerdote viator José Javier quien colaboró con la organización y a nuestro obispo D. Juan Carlos Elizalde por sacar una semana de su tiempo para estar con los jóvenes de Vitoria. Pero sobre todo a nuestros jóvenes peregrinos que han sido los verdaderos protagonistas de esta aventura y a quienes Dios y la Diócesis apuestan con los ojos cerrados. Como dijo Santa Teresa:
«Nada te turbe, nada te espante,
todo se pasa, Dios no se muda.
La paciencia todo alcanza.
Quien a Dios tiene nada le falta.
Sólo Dios basta»